viernes, 29 de julio de 2011

Santoral Cofrade, V: Santa Marta.

Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

Jesús había vivido en Galilea al principio de su ministerio público, pero al tercer año de su predicación se trasladó a Judea y acostumbraba entonces visitar, en Betania, a sus tres discípulos.
San Juan nos dice que "Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro" (Jn 11:5).

Las Sagradas Escrituras describen a Marta como si fuera la hermana mayor, el ama de casa. Recibió a Jesús con gozo. Había que tratarle como se merecía. Todo era poco para obsequiar a Huésped tan querido. Marta es delicada, solícita y activa en su actitud de servir al Señor. Por todo ello Santa Marta es considerada la Patrona de los Hosteleros.

La Hermandad de Santa Marta de Sevilla.

La primera Junta de Gobierno de la Hermandad de Santa Marta encarga a Sebastian Santos la imagen de la Santa haciendo constar en el contrato la cláusula “Que pueda salir en gloria y pasión”, idea que el imaginero plasmó a la perfección en esta escultura, cuya fisonomía completa, de una belleza y serenidad exquisita deja vislumbrar tanto la cercanía de la Santa con el Redentor en su casa de Betania, así como los momentos dramáticos y cruciales de la Pasión, en cuyo misterio se integraría más adelante.
Sebastián Santos logró, pues, magistralmente la doble “funcionalidad” de esta efigie: tanto para recibir veneración letífica como una de las Santas más querida por la devoción popular, como para procesionar en el fúnebre Misterio de la Pasión que la Hermandad anhelaba. La imagen de Santa Marta es una excelente obra de Sebastián Santos, con la que demostró su versatilidad y amplia maestría para tratar con acierto cualquier tema del arte sagrado. Esta efigie hagiográfica de vestir es admirable por el suave modelado de su rostro, con una mirada certera y la inconfundible nariz de raíz hebraica, enmarcado por el negro cabello que se recoge tras las orejas. Las manos aparecen con las uñas desgastadas por el servicio doméstico, y los pies, calzados con sandalias, simulan un leve caminar por los senderos de Judea en pos del Redentor, al que acompañaría, sin duda, hasta el Sepulcro. La sagrada imagen porta en sus manos durante todo el año los atributos característicos de su iconografía, según “La Leyenda Dorada” de Jacobo de la Vorágine: el acetre del agua bendita en la derecha y el hisopo en la izquierda, que son trocados por los tres clavos del Redentor en el paso procesional para la Estación de Penitencia.

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